más de 20 años y los padres no tenían estudios profesionales de música. Todos, consideraban que la música
había estado presente durante sus vidas y había jugado un papel muy importante. Las respuestas analizadas
procedentes de las entrevistas mostraban el gran valor que los padres otorgaban a la formación o implicación
musical de sus hijos. La implicación de los padres en los juegos musicales jugó también un importante papel
en la relación de padre-hijo.
Como se puede ver al hilo de estos dos últimos estudios, los valores o implicaciones que otorgan los padres
a la educación musical de sus hijos, parece que tiene una correspondencia con el tipo de interacción musical
que padres e hijos mantienen. Asimismo, podemos decir que la implicación de los padres en contextos
musicales afecta al futuro desarrollo musical de los niños (Berger y Cooper, 2003; Cooper y Cardany, 2012;
DeVries, 2005; Koops, 2011; Romanik, 2016). Siendo así, cabría plantearnos ¿qué tipo de actividades suelen
compartir padres e hijos de edad preescolar?
La interacción musical entre padres e hijos es un fenómeno que se produce y ha producido en todos los
lugares, culturas y tiempos. Muchos estudios ilustran como cantar, hacer canciones, moverse y bailar, tocar
objetos e instrumentos y escuchar música son las actividades más comunes que comparten los padres en
casa con los niños (Barrett, 2009; Illari y Young, 2016; McPherson, 2009; Mualem y Klein, 2013; Curstodero,
Britto y Brook-Gunn, 2003). En la infancia, cantar ha sido la principal actividad que parecen compartir padres
e hijos en la intimidad del hogar y parece ser que es la principal actividad de interacción musical que se
realiza cuando la actividad de los niños, debido a su corta edad, es limitada (Costa-Giomi, 2014; Costa-Giomi
y Ilari, 2014; Shoemark y Arnup, 2014; Rothstein y otros, 2021). A pesar de ello, muchas veces los padres
aducen una falta de interacción musical con sus hijos por diversas razones como: la falta de tiempo o de
confianza en su capacidad musical (DeVries, 2007; 2009; Young, 2008). Asimismo, el acceso a las nuevas
tecnologías está alterando la naturaleza y el tipo de experiencias musicales de los niños en su primera
infancia (Brooks, 2015), haciendo que el papel musical de los padres quede relegado o anulado.
En un intento de generar una herramienta válida y fiable con la que medir los comportamientos musicales
de los niños en casa y el tipo de interacción musical de los padres con ellos, Wendy Valerio, Alisson Reynolds,
Grant Morgan y Ann McNair (2012) diseñaron un cuestionario para facilitar que los padres pudiesen observar
la actitud musical de sus hijos en sus casas, así como para documentar la interacción musical entre padres e
hijos. El cuestionario se administró a una muestra de 616 padres de niños de 5 años. La herramienta mostró
una fiabilidad estimada que iba de α=.77 a α= .97. Tratando de ofrecer una validez internacional y cultural al
cuestionario, Brodsky, Sulkin y Hefer (2020), tradujeron el mismo al hebreo y lo administraron a una muestra
de 300 padres cuyos hijos tenían una edad comprendida entre 0 y 5 años. Los resultados mostraron altos
índices de fiabilidad, demostrando que la herramienta diseñada por Valerio et al. (2012) era válida y
susceptible de ser utilizadas en otros contextos diferentes del norteamericano.
Hay pocos estudios que se hayan centrado en qué lleva a los padres a implicar a sus hijos en actividades
musicales tanto en el entorno del hogar, como fuera de él (Brodsky, Sulkin y Hefer, 2020). Manny Brand
(1985) diseñó un instrumento (HOMES) que incluía variables que relacionaban las creencias o actitudes de
los padres hacia la música y su interacción musical con sus hijos. Sin embargo, esta herramienta no estaba
diseñada para padres con hijos en edad preescolar, sino para padres con hijos de 7 años. A pesar de ello,
esta herramienta fue utilizada y adaptada para explorar la relación entre las actitudes de los padres y
cuidadores de 161 niños en edad preescolar y el tipo de nutrición musical en el hogar (Mallett, 2000). Los
resultados del estudio de Catherine Mallett (2000) mostraron que los padres tenían una actitud muy