características semejantes puede haber sido sustituido por la trutruka, lo que se sustenta en el hecho de que
las fuentes primarias, en principio, describen un instrumento de dimensiones menores formado por un
cuerno, el que luego es sustituido por uno que se asemeja a lo que en la actualidad entendemos como
trutruka. Respecto a esto tiene sentido pensar que, en principio, el instrumento que tiene un vínculo más
estrecho con la dimensión bélica es el kullkull por sobre la trutruka.
En resumen, la revisión de las fuentes y los estudios expuestos nos permite inferir que es plausible que el kullkull
y la trutruka corta correspondan a los instrumentos utilizados en los contextos bélicos, y que la asociación de la
trutruka larga con dichos escenarios se articula con base en las ambigüedades de la nomenclatura utilizada por
los cronistas. Basado en lo planteado en el trabajo de Silva-Zurita (2017), inferimos que la razón de que la trutruka
tienda a ser tocada como un kullkull —esto es, utilizando unas pocas notas enfatizando lo rítmico— se puede
deber a tres razones: primero, se utiliza para hacer un llamado, imitando la función y características sonoras del
kullkull; segundo, una falta de conocimiento de cómo opera en la tradición la trutruka, ejecutando este
instrumento como si fuera un kullkull; por último, una carencia de experticia para tocar la trutruka con wünül, lo
que resultaría en la ejecución de solo unas pocas notas.
3.1. El toque de trutruka en la música popular chilena
Una revisión del artículo de Juan Pablo González (1993), publicado dos años después del primer estudio de
Saiz (1991), contribuye a establecer las características que podrían constituir la noción del toque de trutruka
como significante tópico. González inicia su investigación analizando el caso de la ópera a principios de siglo
XX, donde describe dos obras emblemáticas: Caupolicán, de Remigio Acevedo, y Lautaro, de Eleodoro Ortiz
de Zárate. La idea que allí surge en relación con lo mapuche se encuentra condicionada al texto que da forma
al libreto de las óperas: La araucana, de Alonso de Ercilla. En las dos situaciones, se pueden advertir alusiones
que asocian a dicho pueblo con atributos como ser “valientes guerreros, poseedores de fuerza, agilidad,
destreza, valentía y ferocidad” (González 1993, 81). En esta línea, Isamitt (1957, 27) señala que, si bien las
temáticas se vinculan al mundo mapuche, el modo en el cual esto se visibiliza es dispar en ambos ejemplos;
mientras Ortiz de Zárate no incluye elementos que se asocien a lo tradicional, en Acevedo sí es posible notar
aquello. Sobre lo último, Isamitt y González reportan el uso de giros melódicos y rítmicos que concuerdan
con lo que Silva-Zurita (2017, 120, 131) plantea como rasgos musicales presentes en el toque de la trutruka.
En la música popular, González (1993, 92-93) cita el foxtrot araucano, editado por la Casa Amarilla. Esta obra
cuenta con una temática que responde al imaginario del “guerrero derrotado y nostálgico de un pasado
esplendoroso” que, en su versión grabada por Ernesto Davagnino y orquesta de 1930, posee elementos
sonoros que son asociados al mundo mapuche, como el uso de “golpes de timbal y un llamado de trompeta
por intervalos de cuarta, que evocan el kultrun y la trutruka, respectivamente” (González 1993, 93). En la
década del sesenta, se distinguen otros repertorios que permiten ser interpretados a modo de continuidad de
aquel signo, como los covers de Los Jaivas de Arauco tiene una pena y El Nguillatún de Violeta Parra, donde
González (1993, 104-106) menciona el uso de la trutruka “de diferentes maneras”. En el caso de Arauco tiene
una pena, el autor identifica una melodía “derivada de la escala natural de armónicos”; así, apunta a un aspecto
que coincide con el estudio de Silva-Zurita, sobre la presencia de un material tonal que se ajusta a la estructura
interválica de la serie de armónicos, lo que remite a las características acústicas del trompe y de la trutruka
(González 1993, 104; Silva-Zurita 2017, 119).