específicamente la localidad de Cumileufu, donde Zenón Rumián Asenjo, a mediados de los años sesenta,
crea una orquesta cuyo principal objetivo era hacer música williche costeña, como una variante musical que
ejecutan las bandas de rogativa o de caciques de la zona, según señala el autor. La práctica musical era
recreativa y los principales instrumentos usados fueron el bandio y la mandolina.
En el tercer apartado, Canta peñi canta, el autor relata el proceso de evolución que vivenció la agrupación
en la década del 80. En tanto a esto señala, por ejemplo, cómo comenzó a gestarse la idea de tener un
Instituto de Cultura Mapuche, que tendría entre sus principales objetivos rescatar el valor histórico, dignidad
y costumbres de la cultura williche, y que aprendiera a ser valorada en su justa medida por los no williche.
Es así como se llega a constituir la Agrupación Cultural Folclórica Williche (Acufolhui), ya mencionada
anteriormente, formada por los propios integrantes de Wechemapu y otras personas relevantes del sector.
En las próximas dos secciones, Mari mari taita wenteyao y Jugando palin, se recogen el sentir de cada uno
de miembros de la actual agrupación y la memoria individual y colectiva que quedó registrada a través de
distintas plataformas digitales y de audio.
El lado B del libro está organizado en cinco capítulos: El srenewinka, Yo soy, Mapuche olvida’o, Mujer
ancestral, Wütrapusrange miawan, El Kanillo. En El srenewinka, los autores introducen el bandio williche, un
instrumento tradicional de origen híbrido, compuesto por seis cuerdas afinadas como guitarra. Por otra
parte, describen el uso y la construcción de rabéles de tres cuerdas, instrumento usualmente asociado a la
cultura chilota. El capítulo finaliza con una reflexión de los autores sobre el rol del artísta williche, planteando
la existencia de una asimetría en las condiciones con las cuales estos son incorporados al mercado cultural.
El segundo capítulo de esta sección, Yo soy (Inche), los autores elaboran un anecdotario de situaciones
inesperadas. El relato de los autores aborda aquellas anecdotas desde el ámbito cómico a las implicancias
que tuvieron en el desarrollo de la banda. Con posterioridad, Mapuche olvida’o aborda los inicios de los
movimientos culturales mapuche williche y cómo la agrupación se transformó en uno de los actores
protagónicos en dicho proceso que surgieron debido al Decreto de Ley 2568 promulgado por la dictadura
militar en Chile, durante 1979. Mujer ancestral se relata la historia de una visita por parte de la agrupación
a la localidad de Ancúd, en la isla de Chiloé. Una invitación realizada durante dicho encuentro les permitió
presentarse en la Peña de Javiera, uno de los escenarios más importantes para el folclore nacional.
Finalmente detallan la participacin de la banda en el “Primer Encuentro Intercontinental de la Pluralidad
Étnica” desarollado en ciudad de México. Este hito es destacado como uno de las experiencias ms
significativas de la banda. El penúltimo capítulo se denomina Wütrapusrange miawan, y aborda una serie de
reflexiones que van desde las dificultades que vivieron como banda durante la dictadura (donde debían
presentarse en conciertos clandestinos) hasta la persistencia de la violencia estatal y privada en el territorio
mapuche, que se manifiesta en la intervención por parte de empresas privadas a en lugares sagrados para
las comunidades. El último capítulo es El Kanillo, nombre que recibe una de las últimas canciones que ha
compuesto la banda. Esta reflexión apunta a la necesidad de que la banda mantenga el proceso de recambio
generacional que la ha caracterizado. El libro cierra con dos secciones: un apéndice con información de
carácter documental (un registro de las diversas generaciones de miembros de la banda, el acta de
constitución del centro cultural mapuche, traducciones de sus canciones en español y lengua mapuche); y la
transcripción de diez canciones para un instrumento (bandio williche).