“Sin excepciones”: solidaridad cínica frente a lo incontrolable y lo inconcebible

Resumen

Los análisis convencionales del cinismo tienden a retratar el fenómeno como una patología despolitizadora y moralmente corrosiva. Contra esta visión —y contra la suposición de que el cinismo moderno abandona la integridad ética de los antiguos cínicos— defiendo el cinismo como un modo indispensable y revitalizador de conciencia política que abarca: (1) un modo distinto de solidaridad, fomentado y mantenido entre aquellos que se sienten alienados o excluidos de los procesos políticos convencionales; (2) una estrategia retórica (“atribución insidiosa”) que utiliza humor mordaz y analogías sarcásticas para socavar ideales vacíos y consensos opresivos; (3) un compromiso ético-existencial para prepararse ante la incertidumbre radical. Comprender el cinismo como un conjunto de técnicas políticas (en lugar de una postura moral o un rasgo de personalidad) fomenta una reevaluación de su supuesta naturaleza parasitaria y de su alegada contaminación de democracias saludables. El cinismo nunca es, por sí mismo, el instigador de la corrupción política o la depravación moral, pero puede considerarse un catalizador tanto para la ruina como para la reconstrucción de contextos políticos corruptos. Este es el peligro del cinismo, así como la fuente de su potencial creativo.