Inteligencia Artificial y el Derecho

Resumen

El lenguaje, aunque utilice los mismos términos, no presenta necesariamente el mismo significado. La palabra es solo un signo que remite al significado, la imagen o el concepto. Aunque inteligencia es el mismo signo en inteligencia artificial e inteligencia natural, la emotividad con la que se carga el término en aquella produce ambigüedad en el significado de la palabra. La inteligencia artificial y la inteligencia natural no son lo mismo y, tal vez, la primera no esté dotada de la inteligencia que posee la segunda. La inteligencia artificial se ocupa de la pluralidad de hechos y efectos, pero no de la universalidad de lo real planteada por el pensamiento, y no tiene otra característica del pensamiento, la libertad, que, en primer lugar, es no estar determinada por lo sensible. La inteligencia artificial siempre está determinada empíricamente, es decir, se encuentra en el plano de la sensibilidad y no en el plano del pensamiento, a pesar de los discursos —en el plano de la retórica, por lo tanto, del lenguaje— en el sentido de identificarla con la inteligencia natural. Y esto se hace sin siquiera saber de antemano qué es la inteligencia, lo que conduce irremediablemente a la confusión de conceptos y a la ambigüedad. Esta confusión de conceptos se refleja inexorablemente en la esfera del Derecho, que cada vez más se ha servido de estos instrumentos cibernéticos. Por eso, es necesaria una reflexión filosófica sobre el tema para aportar rigor y precisión a los términos, haciendo que las ideas vuelvan a ser claras y distintas.